Por Raúl Gorrín.- Cuando los mercados internos se han
cubierto en su totalidad, las empresas buscan expandirse extra fronteras, así
ha sido desde tiempos antiguos, cuando las grandes civilizaciones de la
humanidad buscaban nuevos mercados para la colocación de sus mercancías. No hay
que olvidar que el contacto de América y Europa comenzó de esta manera, con la
búsqueda de una nueva ruta hacia las Indias.
Pero volviendo a nuestros tiempos, definamos en primer
término qué son los negocios internacionales.
Diremos que como negocios internacionales entendemos el intercambio
de bienes y servicios que se produce entre agentes pertenecientes a distintos
países. Hablamos, por tanto, de un escenario en el que rigen pautas, convenciones,
conductas y reglas que van más allá de lo local o regional.
En tiempos de globalización y revolución digital se han
reducido las distancias que antes separaban a organizaciones que estaban a
ambos extremos del globo terráqueo. Las nuevas tecnologías ponen frente a
frente a empresas de todo el planeta y simplifican enormemente los negocios
internacionales. Nunca hubo mejor momento para las operaciones comerciales
extra fronteras.
Estas tecnologías han hecho que ya el comercio internacional
no sea un privilegio de los grandes conglomerados únicamente, sino que es una
opción para muchas empresas que quieren explorar escenarios comerciales
distintos a los locales.
De hecho, el asunto es ahora una necesidad para las
organizaciones que han entendido que el intercambio de bienes y servicios no
puede restringirse a los límites que marcan las fronteras del país donde se
encuentran ubicadas.
¿Para qué los negocios internacionales?
Pues existen varios motivos y aunque para cada organización
operan diversas causas y rigen diferentes expectativas, en general el asunto
obedece a la necesidad de expandirse y crecer.
La expansión de ventas es, si se quiere, la primera gran
razón. Traspasar las fronteras supone una mayor producción de bienes y
servicios y un crecimiento de la colocación de los mismos. Más allá de los
límites nacionales, pues sencillamente hay más consumidores que en los mercados
locales.
Pero hay una condición para que la expansión funcione: Los
productos deben generar suficiente interés
y responder a los estándares internacionales de calidad.
Luego tenemos la obtención de nuevos recursos como otra
razón para el comercio internacional. Y es que en ocasiones la motivación es
buscar capital, tecnología, información o estrategias de trabajo que son
propicias en otros países y no en el propio.
Por último, tenemos la reducción de riesgos, esto se da
cuando la razón no es la instauración de una estrategia ofensiva de expansión o
crecimiento, sino de protección y defensiva. Esto opera cuando las empresas
establecen nexos con organizaciones del extranjero para minimizar los riesgos
de las ventas y utilidades cuando los negocios locales no dan el resultado
esperado.
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