Por Raúl Gorrín.- Cuando se establece una empresa o
emprendimiento el propósito es lograr el éxito. Nadie en su sano juicio monta
un negocio con la intención de fracasar. Pero, obviamente, esto es una
posibilidad.
Los tiempos de crisis económica global han hecho del fracaso
empresarial una triste situación cada vez más común. Tan es así que parte del
aprendizaje es saber levantarse luego de la caída e identificar las lecciones
que los fracasos ofrecen para el futuro.
Lo malo es que se obvia una enseñanza que debería ser
fundamental: Cómo evitar el fracaso.
Es decir, se está haciendo más común el que nos enseñen a
fracasar en lugar de que nos indiquen maneras de evitar dicho fracaso.
Se está imponiendo la extraña de tesis de enseñar primero a
fracasar para luego ser exitosos.
¿Raro, verdad?
Una estrategia más adecuada sería la de brindar herramientas
para evitar fracasar y así alejar el dolor que esto genera.
Más positivo que entrenar para el fracaso sería enseñar que
se pueden tomar acciones para que los negocios sobrevivan y, al contrario que
quebrar, crezcan y se desarrollen.
Hay que dar las claves para que el emprendedor sepa
identificar aquello que constituye una alarma o peligro. Paralelo a esto, hay
que mostrar cuáles son las alternativas y los posibles caminos a seguir para
reactivar el negocio.
En esta entrega ofrecemos dos consejos que creemos son
básicos para evitar los fracasos y fomentar la proactividad.
1. Identificación a tiempo de las señales de alarma para
aplicar correctivos.
Dejar pasar es el primer y principal error. No reaccionar
inmediatamente cuando se observa un comportamiento irregular en la empresa. Los
propietarios tienden a ignorar y dejar pasar el problema bajo la premisa de que
seguramente se trata de algo pasajero.
Lo pertinente es que conociendo usted los procesos y la
dinámica del negocio, pueda identificar cuando está en presencia de algo que no
está bien, de las áreas problemáticas.
Cuando se detecta un problema hay que actuar de inmediato y
así, si la dificultad son los empleados, pues hay que hacer cambios; si el
inconveniente lo generan los suplidores o proveedores, hay que hacer cambios;
si la contrariedad está en las finanzas, indiscutiblemente hay que hacer
cambios; si el conflicto es que el proceso que se creía iba a funcionar pero no
ofrece los resultados esperados, sin dudas hay que hacer cambios.
No hay que esperar sino actuar a tiempo, de inmediato.
Esperar solamente puede ser una estrategia para acelerar el fracaso.
2. Planificar y prever los inconvenientes.
Es preciso convencerse de que las cosas no siempre se
desarrollan de acuerdo a lo usted tenía previsto.
Hay, por tanto, que tener siempre a la mano el plan B.
Inconvenientes e imprevistos son algo que siempre van a ocurrir.
Forman parte de la rutina
empresarial. Lo conveniente tener estrategias
planificadas para cuando estos problemas se presenten poder actuar con
diligencia inmediatamente.
La planificación es, por tanto, vital.
Hay que estar preparados para tres escenarios: El negocio
que se sueña; el negocio que realmente se puede lograr; el negocio que se
adapta a los cambios y sobrevive.
Es posible evitar el fracaso, no lo olvide. Sólo permanezca
ojo avizor y actúe de acuerdo a una planificación, no improvise.
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