Por Raúl
Gorrín.- La mayoría de los directivos y/o gerentes exitosos
empresariales toman sus propias decisiones de manera racional, cuando se trata
de llevar a cabo el desarrollo de proyecto que involucra a determinado grupo de
trabajo; como empresarios a veces otorgamos mayor importancia a los factores
racionales, que a los emocionales.
La puesta en práctica de un proyecto requiere planificación,
control de calidad y la elaboración de presupuestos, sin embargo, existen
factores de comportamiento que entran en juego y pueden socavar nuestros
esfuerzos como empresarios.
En algún momento hemos implementado procesos rígidos en las
prácticas laborales, nos preocupamos de cómo hacer el trabajo, y de ver el
resultado, e incurrimos en olvidar de las emociones de los trabajadores que
están involucrados.
Expertos en temas relacionados con la psicología positiva,
realizaron una investigación en la que evaluaron 1.471 proyectos relacionados
con las tecnologías de información, el principal resultado reveló que la tasa
de éxito de fue de un 27%, porque solo de aplicaron las herramientas de
gestión, técnicas y teorías por racionales y descuidaron las emociones de los
participantes como la conducta, los sentimientos, el bienestar y el placer de
los trabajadores.
El líder tiene que provocar sentimientos positivos en las
personas que gestiona. De hecho, la psicología positiva atribuye un papel
fundamental a la emotividad, que activa los mecanismos que están en la base de
la inspiración, la pasión y el entusiasmo, son indispensables para el desarrollo
exitoso de las empresas, los negocios y los proyectos. En este sentido, en el
estudio los psicólogos destacaron la necesidad que debemos tener como empresarios
de entender el significado de la inteligencia emocional,
como algo capaz de asegurar la plena implicación de las personas comprometidas
en liberar su potencial y conseguir los resultados que nos proponemos al
momento de ejecutar un proyecto.
Los expertos destacaron que una situación de malestar daña las
relaciones interpersonales, hasta llegar a entorpecer el rendimiento
profesional y laboral ya que el cerebro reduce la capacidad de procesar
información y reaccionar eficazmente. Mientras que un ambiente relajado es el
lugar ideal para poner cuerpo y mente en armonía, anulando ansiedad y
preocupaciones que erosionan las capacidades intelectuales y la eficiencia del equipo.
La angustia generada por un estado de ansiedad no sólo afecta a las capacidades
mentales, sino que vuelve las personas menos inteligentes y por tanto menos
productivas.
La investigación concluyó que un clima de mutua colaboración,
soluciones creativas, amenidad en el trabajo, siempre en un entorno de alta
productividad y resultados, favorecen enormemente la eficacia de un equipo
creada por la voluntad
y la acción del líder y por tanto el éxito del
proyecto.
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