Por Raúl Gorrín.- Hemos citado en varias oportunidades a una
nueva expresión de empresas movidas por algo que va más allá del mero deseo de
lucro —el cual de ninguna
manera puede ser visto como un despropósito— sino que apuntan al bienestar
colectivo o simplemente quieren compartir sus beneficios con la sociedad o una
noble causa.
Son
empresas cuyo objetivo —el del propietario, el colectivo, el de la
organización— es simplemente alcanzar la felicidad, con lo que sus actividades,
entonces, se enrumban en pos de sus ideales.
Son
empresas o emprendimientos en las que la norma principal es que no hay normas,
que no hay ataduras que las mantengan aferradas a preconceptos y absolutismos,
sino que están dispuestas a la reflexión, al cambio, a la transformación si
estos son necesarios para lograr un objetivo.
Y por
si esto fuera poco, en estas organizaciones es posible que no haya horarios
fijos a cumplir a rajatabla, o que usted puede decorar su espacio de trabajo
como le provoque y pintarlo de ese color verde perico que tanto le gusta.
¿Existe un lugar de trabajo como ese?
Pues, créalo que sí.
Cada vez este modelo de empresa se expande por todo el
mundo. Es la gerencia humanista. La gestión en la que el ser humano es el centro
de la organización, donde obviamente las finanzas y el beneficio económico son
importantes, pero concatenados al beneficio social y medioambiental. Empresas
donde los empleados disfrutan de una gran libertad y tiene control de muchas de
las áreas de la institución.
Son espacios donde la innovación y la creatividad juegan un
papel importantísimo, vital.
En el modelo de gerencia humanista nadie está al pendiente
del horario de los empleados, porque lo que importa es el logro de los
objetivos y metas. No están regidas por una pirámide jerárquica, los
trabajadores integran la directiva y las decisiones estratégicas son tomadas
con la participación de todos.
Estas empresas también promueven la educación no formal en
el seno de las universidades, reducen al máximo posible las diferencias y
procuran en todo momento la igualdad de condiciones laborales.
En estas organizaciones se quiere que todos trabajen por y
para ser felices y no por simplemente tener un empleo que les de sustento
económico. Esto último es importante, pero es la consecuencia del ser felices,
lo cual, al mismo tiempo, se traduce en productividad.
La innovación y la creatividad permiten la realización y el
desarrollo personal y profesional de los trabajadores. Es decir, más felicidad
al poder hacer lo que se ama y amar lo que se hace.
Empresas con un modelo innovador con un crecimiento por
encima del promedio, con rentabilidad superior y tasas de rotación de personal
muy bajas.
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