Por Raúl Gorrín. Las empresas modernas han dejado de lado la típica jornada laboral de 8 horas basadas en dos criterios: Es ineficaz e improductiva. Se recomienda proceder a una optimización del uso de las horas laborales, agregándole unos períodos de descanso para propiciar un mejor aprovechamiento del manejo de energía del cerebro.
La jornada de trabajo de 8 horas fue creada durante la revolución industrial como un intento de reducir el número de horas de trabajo manual de los trabajadores de las fábricas. Tal como se conoce, el recorte de horas en la jornada laboral fue uno de los avances más significativos en beneficios a la masa trabajadora que se produjo en los últimos doscientos años. En el siglo XXI, ese horario dejó de tener la importancia de antaño, y muchas empresas modernas lo han catalogado como una reliquia sin sentido ya que representa un freno para la productividad.
Los expertos en recursos humanos han puesto de moda una tendencia que plantea una estructura del día de trabajo diferente. El grupo Draugiem usa una aplicación que mide la cantidad de tiempo que pasan los trabajadores en diversas tareas y los compara con sus niveles de productividad. En el desarrollo de la medición descubrieron que la duración de la jornada de trabajo no importa mucho, si se compara con la manera cómo las personas estructura su día. Si las personas toman breves descansos son más productivas que sí trabajan sin parar.
En base a ese estudio advierten lo siguiente:
La proporción ideal trabajo-descanso debería ser de 52 minutos de trabajo, seguido de 17 minutos de descanso. Las personas que mantienen este horario logran un solo nivel de concentración en su tareas. Una hora de trabajo en ese esquema representa un 100% de concentración en la responsabilidad que le toca ejecutar.
Los trabajadores que son sometidos a estos horarios no se distraen chequeando el Facebook o sus mensajes de correo electrónico. Cuando se sienten cansados toman pausas breves de descanso, lo cual les ayuda a regresar de nuevo a sus labores con más energía. Al final esos empleados resultan más productivos.
Su cerebro funciona mejor cuando trabaja una hora y descansa 15 minutos
Las empresas que activaron el nuevo enfoque estructural de la jornada laboral descubrieron la relación productividad-descanso y han logrado superar con creces a sus competidores. En asunto es sencillo de entender, ya que es una necesidad fundamental de la mente humana: el cerebro funciona de forma natural por chorros de alta energía (aproximadamente una hora), seguido por chorros de baja energía (15-20 minutos).
Para la mayoría de nosotros, este flujo y reflujo natural de la energía nos deja fluctuar entre períodos de concentración, seguidos por períodos de mucho menos productividad, cuando los brotes bajan y sucumbimos a las distracciones.
La mejor manera de vencer el agotamiento y las frustrantes distracciones es conseguir durante el día de trabajo unos breves minutos de descanso. En lugar de trabajar por una hora o más y luego tratar luchar para no caer en las las distracciones y la fatiga, se propone tomar esos minutos como un período de descanso que nos llevará a ser más productivo.
Motivado a las complicaciones de los horarios, y de las regulaciones que se han establecido por las ciudades para la tradicional jornada laboral de 8 horas, se recomienda que los trabajadores rompan sus horas con breves intervalos de descanso. Ese tiempo que puede ser de 10 a 15 minutos se convertirán en estratégicos para alinear la energía y empezar la próxima hora con mayor concentración.
La planificación del día en intervalos de una hora de duración nos lleva a la simplificación de tareas en porciones, rompiendo en partes más manejables. La estrategia sólo funciona en intervalo porque usamos nuestros niveles de energía pico para llegar a un nivel extremadamente alto de foco para un período relativamente corto de tiempo.
En los intervalos de tiempo debe tomar un descanso real para volver a las tareas, eso indica que en su tiempo de descanso no puede dedicarse al Facebook o distracciones de esa naturaleza, sino a descansar. Alejarse de su computador, del teléfono, y de su lista de tareas pendientes es esencial para aumentar su productividad.
Caminar, meditar, leer y charlar son las formas más eficaces de recarga porque te llevan lejos de su trabajo.
Debe tener presente que si espera hasta que se sienta cansado para tomar un descanso, ya será demasiado tarde porque ya se perdió la ventana de la máxima productividad.
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