lunes, 22 de agosto de 2016

Raúl Gorrín: El apego y las relaciones con el entorno

(Raúl Gorrín) Trabajar es bueno, no sólo porque proporciona los medios para hacerle frente a la vida, sino también porque permite desarrollar nuestras potencialidades, impulsar cambios en la realidad circundante, sentirse realizado en las aspiraciones personales o porque ofrece la oportunidad de dar lo mejor de nosotros, entre otras razones.

Estas manifestaciones de satisfacción por lo que hacemos laboralmente nos remiten al concepto de “apego”, que se refiere a la manera cómo nos relacionamos de manera afectiva con las personas, y las situaciones de la vida. El apego nace de la manera como aprendimos a relacionarlos con las demás personas desde la niñez.

Por tanto, hablamos de que el apego es un vínculo afectivo que se construye desde la infancia con las figuras de apego y que nos lleva a procurar su proximidad, su contacto y comunicación.

La autoestima, los sentimientos de seguridad y la necesidad de vincularnos con otras personas hacen surgir en nosotros las relaciones de apego.

El apego busca establecer fórmulas de proximidad, lo cual permite una manera segura para explorar el mundo, el entorno y, además, ofrece cobijo ante las amenazas y los retos.

Por tanto, todas las relaciones y experiencias surgidas del apego serán altamente significativas para nosotros pues contribuyen a nuestro proceso de adaptación al mundo. El apego facilita, entonces, la socialización, las relaciones padres e hijos, con los vecinos, con la sociedad y, obviamente, con nuestro entorno laboral.

Los estudios sobre la teoría del apego refieren que los estados de seguridad, de ansiedad o de temor en los niños vienen determinados por su acceso y la capacidad de respuesta de quien suministra el afecto. (Raúl Gorrín

Ahora bien, en el adulto, los analistas distinguen cuatro pautas de apego que se pueden resumir así: El apego seguro que lo tiene quien exhibe una idea positiva de sí mismo y de los demás. Estas personas se acercan al otro, se involucran afectivamente, se sienten cómodo con la intimidad y con la autonomía.

Luego tenemos el apego ansioso que lo tienen quienes poseen una idea negativa de sí mismos y de los demás. Estas personas aceptan la intimidad pero sienten miedo a la desvalorización o al rechazo.

Entretanto el apego evitativo lo tienen quienes mantienen una idea positiva de sí mismos pero negativa de los demás. Estas personas valoran en extremo la autorrealización y la autoconfianza, pero desestiman el perder la intimidad con los otros. Son fríos y distantes. 


Por último, el apego temeroso que lo tienen quienes poseen una idea negativa de sí mismo y de los demás. Estas personas expresan desconfianza, evitan involucrarse sentimentalmente, tienen miedo al rechazo, son inseguros y carecen de asertividad social.

En nuestras próximas entregas nos referiremos a la manera cómo el apego influye en nuestra relación con el trabajo y nuestros compañeros de labores (Raúl Gorrín


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