Por Raúl Gorrín. En estos días de grandes cambios en el mundo empresarial, hay que buscar mecanismos que permitan mantener no solo el rendimiento del personal y mantenerlos motivados. Desde seminarios que buscan elevar el autoestima del personal, mejorar la comunicación con de la empresa hasta mecanismo de integración que permitan optimizar la productividad. Todo es valido para conseguir que los niveles de productividad de las empresas se mantengan o incrementen.
En ese proceso se ha empezado valorar y entender las emociones y se ha profundizado los factores que permitan que los empleados se sientan parte importante de la empresa. Es muy importante saber cómo motivarlos pues al hacerlo da como resultado, un clima organizacional más armoniosos y un entorno más productivo. En ese sentido ha venido ganando más terreno la inteligencia emocional con cuya herramienta el empleado pasa por distintas responsabilidades y tiene que cumplir diferentes objetivos.
Las empresas que deciden atender y reforzar la actitud de integración laboral hacen esfuerzos para que sus empleados entiendan la relación que hay entre la productividad y la inteligencia emocional, como puede depender una de otra, y como los empleados manejan las emociones para poder ser los más destacados en sus diferentes departamentos, que hoy día es clave para el desarrollo empresarial y personal.
La forma de cómo los individuos se sienten, tiene una influencia muy importante en su comportamiento laboral. Contrariamente a lo que se piensa, los sentimientos son un factor preponderante en el mundo del trabajo; todos tienen sentimientos y es una necesidad relacionarse, especialmente cuando es considerable la cantidad de tiempo que se invierte en el medio laboral.
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