Raúl Gorrín. Las complejidades de la vida moderna ha generado el mal crónico del siglo XXI: El estrés. Hay reportes que señalan que el estrés crónico ataca a todas las personas, y amenaza los índices de productividad de las empresas ya que sus empleados, en buena medida, sufren de estrés lo cual amenaza con sus eficiencia laboral.
Y es que el estrés es una enfermedad que afecta no sólo el aspecto emocional y motor. Las personas con estrés crónico tiene más riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares, sufrir de un infarto. Además, esta enfermedad genera otro tipo de trastornos físicos y mentales, de alteraciones del sueño, de diabetes y dolores musculares, etc.
De acuerdo a una investigación relacionada con por la Universidad Yeshiva de Nueva York (EE.UU.), el estrés duplica el riesgo de deterioro cognitivo en las personas mayores y está acabando con la salud de poblaciones completas.
El estudio muestra que el estrés incrementa el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo leve amnésico (DLCa), tipo de deterioro cognitivo en el que el síntoma predominante es la pérdida de memoria. Y como sucede con todos los tipos de deterioro cognitivo, su aparición supone un mayor riesgo de demencia y enfermedad de Alzheimer.
La investigación aporta evidencias consistentes de que a mayor estrés, menos memoria. De acuerdo a los científicos el estrés percibido refleja los problemas cotidianos que todos experimentamos, así como la manera en que los evaluamos y afrontamos. Y este estrés percibido puede ser tratado de diversas maneras, como puede ser utilizando una terapia cognitiva-conductual o la administración de tratamientos farmacológicos. Un aspecto importante dado que estas intervenciones pueden posponer e, incluso, prevenir, el deterioro cognitivo».
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