Por Raúl Gorrín. Crear y poner un producto
en el mercado por más que este sea innovador, no es suficiente para que el
mismo sea también exitoso. Hay que cubrir una serie de aspectos que, sólo en
apariencia, es fácil.
La
denominada Pirámide del Producto Perfecto pareciera exponer el asunto de manera
sumamente sencilla, pero que no por ello se trata de algo carente de
complejidad.
Innovación,
funcionalidad y diseño son las pautas que establece la referida pirámide que
puede usarse en referencia tanto a artículos, como a servicios intangibles.
La
innovación —base de la pirámide— puede referirse a varios aspectos, como son su
precio, al hecho de que sea novedoso, único en su estilo, porque permite
resolver un problema o situación de manera diferente y más práctica, por
revestir menos complejidad que sus predecesores, entre otros. Los productos que
no brinden alguna de estas características es muy probable que se queden
olvidados en las estanterías o en los avisos donde se anuncian.
Tenga
cuidado, innovador no es lo mismo que diferente. Lo innovador debe traer
consigo nuevos beneficios.
La
pirámide refiere en su segundo estadio la funcionalidad, la cual que permite
engranar lo innovador con el diseño.
El nuevo
producto tiene que superar las expectativas de los usuarios, quienes ya tienen
en los artículos existentes una referencia que es preciso mejorar. Recuerde que
el común de las personas se remiten a lo que establece el refrán popular: “Es
preferible malo conocido que bueno por conocer”.
No lance
un producto al mercado sin estar plenamente seguro de que están resueltas todas
las dificultades y de que el nuevo artículo supera a los ya existentes en el
mercado en virtud de que lo hace mejor que los otros.
Por
último, en la punta de la pirámide encontramos un tercer aspecto que se refiere
al diseño, que es la parte que atiende al aspecto final que tendrá el producto
y por medio del cual será conocido entre el público.
Y como el
diseño apunta hacia alguien fundamental: el cliente, debe generar un interés
único en este.
El diseño
del producto debe despertar emociones y sentimientos en el comprador que lo
lleven a escoger ese y no otro.
Un mal
diseño puede dar al traste con un innovador producto de inmejorable
funcionalidad.
Tómese su
tiempo en cada una de las partes de la pirámide. Es mejor tarde, pero seguro.
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