Por Raúl Gorrín. Tal como ya lo hemos dicho
en muchas oportunidades, el incremento de la productividad es una de las
grandes preocupaciones de las empresas. Como tal, las organizaciones
deben poner en marcha una serie de estrategias que le permitan conseguir los
objetivos, crear un buen clima laboral y mantenerse dentro de una posición
privilegiada en el mercado.
Para
aumentar la productividad es imprescindible medir y monitorizar de forma
continua la actividad mediante los indicadores de productividad empresarial.
La
mejora de la productividad no solamente repercute en la salud financiera de la
empresa y sus empleados sino que es de vital importancia para la calidad de
vida de un país. El aumento de la productividad impulsa el crecimiento de la
economía y la competitividad.
Factores que pueden generar un aumento de
la productividad empresarial
La
calidad y disponibilidad de los recursos ya que afecta a la producción de
productos y servicios.
La
disposición de la industria, los cambios en el sector y la aparición de nuevos
competidores lo que hace es que aumente la competitividad incentivando la
mejora continua en la clima y la cultura organizacional.
El
nivel de capital y su aumento, el cual facilita o no el nivel de inversión
futuro.
Los
avances tecnológicos ya que mejoran el nivel y calidad de los conocimientos y
los equipos utilizados.
El
entorno macroeconómico y microeconómico.
En el área interna
Un
óptimo mantenimiento de todo el equipo para asegurar un funcionamiento en
perfectas condiciones y continuado, evitando paradas que afecten a la
productividad.
Adopción
de las medidas correctivas necesarias para evitar embudos o cuellos de botella
que hagan descender la producción.
Uso
eficaz de todas las máquinas y capacidades.
Realizar
inversión con el fin de sustituir la maquinaria obsoleta o muy anticuada y
mejorar la automatización y la utilización de la tecnología de la información.
Mejorar
los procesos de manipulación de materiales, almacenamiento, sistemas de
comunicación y control de calidad
Prestar
atención al rendimiento del material, sustituyéndolo cuando pierde eficacia o
utilidad.
Elección
de las materias primas más adecuadas.
Optimización
del uso de la energía, poniendo en prácticas sistemas de ahorro.
Control
adecuado de los desechos y las sobras. Utilizar sistemas de reciclaje.
Motivación
de los empleados mediante incentivos salariales, reconocimientos y promoción
personal y laboral, por ejemplo implantando políticas de recursos humanos que
faciliten nuevos modelos de trabajo.
Formación
adecuada y continua.
Promoción
y cuidado constante del bienestar de los trabajadores, la salud y la prevención
de riesgos.
Facilitar
un buen ambiente laboral, conocido como clima laboral.
Técnicas
de mejora continua consistentes en la introducción de pequeños cambios,
corrección de errores y detección de áreas de mejora de forma constante, sin
que supongan cambios traumáticos o difíciles de asimilar por los empleados.
Implicación
de los empleados en equipos de trabajo con el objetivo de mejorar las áreas que
más conocen por su experiencia de trabajo diario.
Implantación
de sistemas enfocados a una mayor y mejor especialización y división del
trabajo pero que, al mismo tiempo, favorezcan la coordinación entre
departamentos.
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